
Uno de los cócteles estrella de los últimos veranos es el mojito. Es dulce, es refrescante, está muy rico y gusta a todo el mundo. En anteriores ocasiones hablé en este mismo blog de las perversiones que ha sufrido la receta, hasta el punto de que hay quien prepara un mojito con Fanta de limón (¡ojo!, que te puede gustar más con Fanta, pero entonces no lo llames “mojito original”). El tema de hoy tiene que ver con uno de sus ingredientes: la menta o hierbabuena. La receta original indica que deben utilizarse las hojas para su elaboración o, en su defecto, las pequeñas ramitas superiores que agrupan varias hojas al final de cada tallo de la planta. Sin embargo, es frecuente ver hoy día quien echa brotes enteros de hierbabuena dentro de la copa para machacarlos hasta la extenuación. E incluso se pueden encontrar recetas donde se aconseja aplastar los tallos, en lugar de las hojas, dentro de la copa para extraer la savia. Y aquí es donde surgen las dudas. ¿Qué parte de la menta o hierbabuena hay que aplastar para realizar un buen mojito? ¿Sabe mejor con las hojas, con los tallos, con todo el brote completo? Pues bien, para dar respuesta nada mejor que pasar a la acción, así que lo que hemos hecho ha sido preparar dos mojitos: uno utilizando sólo las hojas para su elaboración, y otro procediendo a machacar los tallos.
Pero antes de poner los vasos y el muddler sobre la barra es aconsejable probar el producto en seco o, lo que es lo mismo, realizar un ejercicio de chupar y morder. Chupas la hoja, chupas el tallo, muerdes la hoja, muerdes el tallo. ¿Hay diferencias? Pues sí, las hay. Las hojas tienen un aroma y sabor más intensos que el tallo, que por su parte da la impresión de tener un trozo de hierba en la boca. Fuera de la copa la victoria es para las hojas. ¿Y dentro? Para averiguarlo el experimento es muy sencillo. En dos vasos idénticos introducimos la misma cantidad de azúcar y la misma cantidad de lima (cuatro trozos de tamaño equivalentes). A continuación metemos en uno de ellos entre 6 y 8 hojas de menta. En el otro, los trozos de rama y tallos restantes. Y procedemos a majar suavemente con el muddler para extraer los aceites esenciales (en el primer caso) y la savia (en el segundo).
El resto no tiene ningún misterio: añadir hielo picado, mezclar con cucharilla imperial, ron, soda, más hielo picado… Y llega la hora de la verdad. ¿Qué mojito sabe mejor: el que sólo utiliza las hojas como base de ingrediente botánico o el que utiliza los tallos de la planta? Pues bien, si recuerdas lo que ya decía en el primer párrafo, el mojito es un cóctel que gusta a todo o casi todo el mundo, por lo que ninguno de los dos te va a provocar rechazo. Es más, te gustarán los dos casi con absoluta certeza. Pero si también recuerdas lo que decía en el segundo párrafo, la sensación en boca de la hoja es muy diferente a la del tallo, y esto se refleja en el resultado final. Siendo el mismo sabor, tienen matices diferentes. ¿Que cuál es el veredicto final? Pues para eso te invito a que realices la prueba y elijas qué mojito te gusta más.
¿Y tú, en cuestión de mojitos eres de hojas o de tallos? Puedes contármelo (si quieres) en mi Twitter: @CulturaDeBar